1. Cumbres Borrascosas, por Emily Brontë. Vive la trágica historia de amor entre Catherine y Heathcliff; pero no esperes la clásica historia de amor, es una novela oscura y marcada por la descripción de un amor obsesivo y enfermizo.
“Ahora me demuestras lo cruel que has sido conmigo…, cruel y falsa. ¿Por qué me despreciaste? ¿Por qué traicionaste a tu propio corazón, Cathy? No tengo ni una palabra de consuelo. Te lo mereces. Tú misma te has matado. Sí, puedes besarme y llorar y arrancarme besos y lágrimas: te abrasarán… te condenarán. Tú me amabas, ¿Qué derecho tenías entonces a abandonarme? ¿Qué derecho, respóndeme, al pobre capricho que sentías por Linton? Porque ni la miseria, ni la degradación, ni la muerte, nada que Dios o Satanás nos pudiera infligir nos hubiera separado; tú, por tu propia voluntad, lo hiciste. Yo no he roto tu corazón…, tú lo has destrozado y, al hacerlo, has roto el mío. Tanto peor para mi si soy fuerte. ¿Es que quiero vivir? ¿Qué clase de vida será cuando tú…? ¡Oh Dios! ¿Te gustaría vivir con tu alma en la tumba?”
2. La Isla del Tesoro de Robert Louis Stevenson. Sigue a Jim en su búsqueda del tesoro en este libro de aventuras que es ya un clásico de la literatura juvenil y universal.
“Yo también iba a embarcarme, a navegar en una esbelta goleta, con capitanes, pilotos, contramaestres, y marineros que llevan una coleta embreada y cantan raras canciones marineras, ¡Y todo eso con rumbo a una isla desconocida, lejana, inmóvil en la inmensa movilidad del océano, y en busca de un tesoro escondido!”
3. La Importancia de Llamarse Ernesto, por Oscar Wilde. Si te apetece leer algo divertido, vas a disfrutar del agudo ingenio de este escritor irlandés. Su título ya incluye un juego de palabras: The importance of being Earnest sería la importancia de ser serio/sincero, pero al ser earnest una palabra homófona de Ernest puede parecer que se dice la importancia de ser/llamarse Ernesto. Como en muchas otras ocasiones, el sentido se pierde con la traducción.
“De veras que no veo nada romántico en declararse. Estar enamorado es muy romántico. Pero no hay nada romántico en una declaración en toda regla. Sobre todo porque puede ser aceptada. Con la que la emoción desaparece por completo. La esencia del romanticismo es la incertidumbre. Si me caso alguna vez, haré todo lo posible por olvidarlo.”
4. 1984, de George Orwell. Aunque fue publicada en 1949, son muchos los que establecen ciertos paralelismos con la situación actual porque habla de una sociedad donde los ciudadanos son vigilados y manipulados a través de la información. Como dato curioso, él fue el que introdujo el concepto de un gran hermano omnipresente que todo lo ve.
“El poder se basa en infligir dolor y humillación. El poder consisten en hacer pedazos el espíritu humano y darle la forma que elijamos. ¿Empiezas a ver ahora el mundo que estamos creando? Es justo lo contrario de las bobas utopías hedonistas que imaginaron los antiguos reformistas. Un mundo de miedo, de traición y torturas, en que pisoteas y te pisotean, y que se volverá más despiadado a medida que vaya refinándose.”
5. Orgullo y Prejuicio, por Jane Austen. Aunque en la superficie puede parecer una novela ñoña sobre mujeres que buscan marido y las exigencias que éstas debían cumplir para conseguirlo en la sociedad de la época; en el fondo subyace precisamente una crítica a esa sociedad en la figura de Elizabeth Bennet, una mujer con sus propias opiniones y decidida a casarse solo por amor.
“No se puede decir que alguien sea de verdad brillante si no sobrepasa con mucho a lo que encontramos de ordinario. Una mujer ha de tener un conocimiento completo de la música, el canto, del dibujo, del baile y de los idiomas modernos para merecer ese calificativo; y junto a todo eso, ha de poseer un algo indefinible en el semblante y en la manera de andar, así como en el tono de la voz, la elocución y la manera de expresarse, porque, de lo contrario, solo merecerá a medias ese elogio.
-Ha de poseer todo eso – añadió Darcy -, y aún algo más sustancial, mediante el perfeccionamiento de su inteligencia gracias a unas lecturas muy extensas.
-Ya no me sorprende que sólo conozca usted a seis mujeres con tan grandes perfecciones. Más bien me maravilla que conozca usted alguna.
-¿Es usted tan dura con su propio sexo como para dudar de la posibilidad de todo ello?
-Yo no he visto nunca una mujer así. No he visto nunca reunidos tanta capacidad, tanto buen gusto, aplicación y elegancia como usted describe.”
6. Expiación, de Ian McEwan. De esta novela ha dicho que se abre como un juego de cajas chinas y contiene varias novelas en una sola, la historia de amor, la narración de la guerra y la novela que escribe uno de los personajes. Prepárate para sentir alegría, dolor, amor…
“¿Cómo se describía la tristeza misma, cómo se pintaba de tal manera que se sintiera su cercanía enervante?”
7. Jude el Oscuro, de Thomas Hardy. La publicación de este libro creó una gran polémica por el planteamiento que el autor hace en él de la religión, el matrimonio o la marginación a la que se somete a las personas que no viven según las normas que dicta la sociedad.
“Me parece humillante que se requiera la presencia de alguien para entregar a la novia. Según lo que dice ese librito, mi esposo me elige por su propia voluntad, pero yo no lo elijo a él. Alguien me entrega a él, lo mismo que si fuera una burra o una cabra o cualquier animal doméstico.”
8. Las Uvas de la Ira, de John Steinbeck. Sigue a la familia Joad en su “peregrinación” hacia un futuro mejor en la época posterior a la gran Depresión. Un viaje lleno de pesimismo, desolación, tristeza y desesperanza.
“¿Cómo se puede asustar a un hombre que no solo carga con el hambre de su vientre sino que también con el de sus pobres hijos? No se le puede atemorizar porque este hombre ha conocido un miedo superior a cualquier otro.”
9. Frankenstein, de Mary Shelley. Podría ser considerada la primera obra de ciencia ficción y terror gótico. Todos parecemos conocer la historia, pero todavía hay quiénes desconocen que Frankenstein es el nombre del creador del monstruo, no de la criatura.
“Tenía la frente cubierta de sudor frío, me castañeteaban los dientes y se me estremecían todos los miembros. De pronto, a la luz pálida y amarillenta de la luna, que se abría paso entre las contraventanas, vi al desgraciado, al monstruo miserable que había creado.”
10. Mucho ruido y pocas nueces, por William Shakespeare. Era obligatorio elegir una obra de Shakespeare, ya que hoy se conmemora el 404 aniversario de su muerte, junto con la de Cervantes. Aunque quizá haya otras obras más conocidas, he seleccionado esta por sus diálogos ingeniosos y mordaces, que lo convierten en una obra muy entretenida para leer.
“Cuando afirmé que moriría soltero es que no pensaba vivir hasta que me casara.”